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No te pierdas este artículo si todavía crees que las emociones son “buenas” y “malas”

Emociones buenas y malas
Una emoción es una respuesta psicológica y fisiológica compleja que surge como reacción a estímulos internos o externos. Influyen en nuestro comportamiento, pensamiento y decisiones, y están diseñadas para que podamos adaptarnos y reaccionar al entorno.
Si bien la adolescencia es un periodo de cambios físicos, mentales y emocionales que desafían a nuestros hijos, es importante saber cómo desarrollar habilidades que les ayuden afrontarlos, crear entornos protectores y acompañarlos durante este momento de vida.
Fisiológico:
  • Cambios en el cuerpo: como aumento del ritmo cardíaco, sudoración o liberación de hormonas (como adrenalina o cortisol).
Cognitivo:
  • Interpretación y evaluación de la situación que provoca la emoción.
Comportamental:
  • Expresión externa de la emoción: como sonreír, llorar, gritar o reír.
  • Las expresiones faciales y los gestos comunican las emociones a los demás, siendo fundamentales para la interacción social.

Son nuestras aliadas para adaptarnos al entorno.

  • Nos ayudan a sobrevivir. Por ejemplo, si nuestros antepasados hubieran visto un tigre sin sentir un miedo que los impulsara a huir, ni tú ni yo estaríamos aquí.

Nos motivan a la acción

  • La ansiedad puede ayudarnos a empezar a estudiar con tiempo, correr si nos cruzamos con un perro bravo o frenar rápido para evitar un accidente.
  • Las emociones nos ahorran tiempo para ponernos en acción en situaciones importantes. No tenemos que pensarlo todo.
  • Las emociones fuertes nos ayudan a superar obstáculos, tanto en nuestra mente como en nuestro entorno.

Favorecen nuestra vida en sociedad.

  • Facilitan la comunicación y fortalecen los vínculos, por ejemplo, mostramos tristeza para buscar apoyo.
  • Nuestras expresiones faciales comunican, incluso más rápido que las palabras.

Permiten nuestra regulación interna.

  • Nos ayudan a sobrevivir. Por ejemplo, si nuestros antepasados hubieran visto un tigre sin sentir un miedo que los impulsara a huir, ni tú ni yo estaríamos aquí.
hábitos sanos

Prestar poca atención a las emociones afecta todas estas dimensiones en nuestra vida cotidiana, entorpece el conocimiento de nosotros mismos y nos pone en riesgo de estar sujetos a olas emocionales que, por no identificar a tiempo, nos sobrepasan sin que podamos regularlas. La regulación emocional es la capacidad que tenemos para experimentar, expresar y manejar nuestras emociones de manera saludable y funcional, así como para identificarlas, comprender su origen y desarrollar habilidades para modular su intensidad y duración, cuando sea necesario. Pero ¿esto cómo se logra?

1. Reconoce tus emociones

  • ¿Qué sucedió?
  • ¿Qué pensaste sobre lo que paso?
  • ¿Cómo te sentiste, emocional y físicamente?
  • ¿Qué es lo que querías hacer según como te sentías?
  • ¿Qué fue lo que hiciste o dijiste?
  • ¿Cómo tus emociones y tus acciones te afectaron después

2. Aprende y practica técnicas y herramientas

  • Mindfulness: te enseña a esta presente en el momento presente, observando tus emociones sin juzgarlas
  • Tolerancia al malestar: desarrolla la capacidad de soportar el malestar emocional sin recurrir a comportamientos disfuncionales.
  • Habilidades interpersonales: mejora la comunicación y las relaciones con los demás.
  • Efectividad interpersonal: aprende a pedir lo que necesitas y a decir “no” de manera asertiva.
En DBT te acompañamos para que integres estas prácticas a tu vida cotidiana.
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